jueves, 28 de abril de 2011

No huir de la vida.


El miedo y la espera.


Esto no es una crítica de cine. Honestamente en la última hora y 16 minutos no ví una película, ví un ensayo.

Un ensayo donde se nota que no importa el tiempo de duración de metraje, lo importante es que fluyan las ideas que los autores han querido entregar.

Entiendo que a alguien que no esté reflexionando sobre su existencia, esta “película” le resulte absolutamente aburrida.

Sólo hay un personaje y no hay “acción”, no hay trama. Una voz femenina en off, que postulo que sólo decidieron por algo estético. Pero ya: busquémosle el simbolito:

El ensayo-película está basada en una novela de Georges Perec –Un hombre que duerme-, así que la “no historia” simplemente podría ser la representación visual de la lectura en voz alta realizada por una mujer. Donde habla sobre el desarraigo personal y la soledad necesaria para decidir si querer vivir o morir. Del miedo y la espera. Si no tienes o has tenido este tipo de preocupaciones, perderás el tiempo viendo esta “no película”.

La música incidental me ha parecido perfecta –podría ser la inspiración de la escena inicial de Expreso de Medianoche-. No veo más fallos en esta película, más que el hecho de que no es una película.


Les voy a confesar que llevo años “enamorada” de las obras de Georges Perec, y ver que este autor en sus novelas quiere experimentar y a la vez explicarse las cosas, darles un orden y sentido, lo frío de una novela negra, lo asombroso de lo que ya no vemos, la nostalgia de lo aparentemente olvidable y con este libro-película el “sentir” llevado a las palabras.

Un detalle bastante “no detalle” son dos cuadros que aparecen desde el comienzo en la habitación del protagonista que me impresionaron tantísimo en su momento:

- La Reproduction Interdite de René Magritte

- Relativity de Maurits Cornelis Escher.

Dos pinturas que apuntan a la inteligencia del observador más que a sus “sentidos”. Y que tienen demasiado sentido lógico dentro de la no-trama.


Caminar, movernos, estar quietos, abstraídos, ensimismados, tirados sobre una cama, autorecluidos, subiendo y bajando escaleras, cruzando pasillos, mirando la calle, dándole la espalda a nuestro balcón para mirar nuestra habitación, nuestros libros, las cosas que nos rodean, mordernos las uñas, estar con la vista fija en un punto abstracto, comer, estar callados, no tener necesidad de decir “hola, adiós, gracias, de nada”, estar leyendo, creernos que estamos leyendo, hojeando, lavando ropa, fumando, respirando, finalmente estando.

Fluir es no huir: no huir de la angustia, no huir del dolor, no huir de la demencia, no huir de lo que nos molesta, no huir de cuando tenemos que caminar, no huir de llorar, no huir de trabajar, no huir de lo que sabemos que tenemos que hacer, no huir de ser fríos, no huir de querer estar solos. Vivir todo, porque todo pasará. Y así es como se pasa el ensayo-película, donde creo que como nunca ví a París tan París.


Título: Un homme qui dort (Un hombre que duerme)

Dirigido por: Bernard Queysanne

Codirigida por: Georges Perec

Guión: Georges Perec, basada en la novela homónima

Año: 1974

Idioma: Francés

Color: Blanco y negro

Sonido: mono

Locación: Paris

Narrada: en segunda persona por Ludmila Mikael

Protagonizada por. Jacques Speisser


Publicado en corteirracional.org




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