Una lámpara en una mesa de noche se apaga y se enciende otra luz tenue. Un hombre cómodamente en un sofá escucha la siguiente pregunta.
Entrevistador (1) : ¿Usted prefiere ser
libre o prefiere ser esclavo?
Entrevistado (2): Yo, yo prefiero ser esclavo, ¿para qué ser libre?.... es demasiado problema. Me dicen que ponerme y me lo pongo, me dicen que hacer y lo hago. Es mucho más fácil. Además así no llamo la atención.
(1)¿Pero no siente una necesidad de
saber quién es usted? ¿De ser dueño de sí mismo?
(2)Pues no, siempre he visto que la
vida es más fácil así. Otro piensa y tú lo haces, otro tiene esa
responsabilidad, cuando me pregunta alguien algo yo simplemente digo
que hago lo que me dicen. No tengo que enfrentar a nadie, no tengo
que pasar por situaciones incómodas. Me siento bastante a gusto así.
(1)¿Usted entonces no piensa en cómo
solucionar problemas o hacerle la vida más fácil a otros?
(2)Pues la verdad es que no, los que
están a cargo son los responsables de todo eso. Yo intento hacer lo
que me dicen lo mejor posible o al menos de una forma en que nadie
vaya a decirme nada. No me gusta llamar la atención. La verdad es
que no me interesan ni las felicitaciones ni nada, con tal que nadie
se queje, que nadie me diga nada, estoy muy a gusto así. Estoy muy
bien.
(1)A parte de lo que le dicen que
haga, ¿tiene algún hobbie?
(2)Hago un poco lo que hacen los demás,
me adapto muy bien. Si los otros ven un partido de fútbol yo me
sumo, si los otros beben cerveza barata, los acompaño. Cuando veo
que hay gente haciendo cosas diferentes estoy algo incómodo o en
charlas donde hay que debatir. Me gustan las personas sencillas,
donde todos se ríen de lo mismo, donde las bromas son las de siempre.
(1)Me deja algo perplejo.
(2)¿No ve lo fácil que es vivir así?
Hay personas que se complican demasiado, yo a los que se hacen cargo
los trato de una manera respetuosa para que se sientan bien en sus
puestos, les doy la razón, me subordino y eso les hace más fuertes.
Realmente no quisiera estar en su lugar, sus vidas me parecen mucho
menos agradables, demasiado complicadas, siempre con algo en la
cabeza, nunca descansan. Por ejemplo, mi mujer y nuestro hijo, ella
decide y yo simplemente hago lo que me dice, nunca tomo la
iniciativa, podría tomar una decisión incorrecta y ella se
enfadaría, mejor espero a que me diga qué hacer y yo la ayudo en lo
que sea, tampoco le enseño nada a mi hijo, ella lo hace todo mucho
mejor. Ella le dará consejos, elegirá donde va a estudiar, cómo
conducirse para su vida adulta. Y yo voy a estar aquí en el sofá a
gusto leyendo un periódico de opinión, que a mi no me gustan los
periódicos pluralistas, joder, estoy siendo demasiado sincero, pero
para mí eso de leer y uno tener que decidir, yo no quiero eso, ¡si
hay mucha gente mucho más preparada! Que sabe más, ¿por qué no
voy a dejar que me digan que pensar? Quizás usted no me comprende,
yo no quiero equivocarme, no quiero errar en mi vida, por eso me he
pasado observando e imitando, los demás tienen más habilidades, de
verdad que me dan mucha seguridad, me siento muy bien, puedo tener
tiempo para mí, para sentirme bien así, sentado en el sofá en paz.
Si fuese libre, menudo follón, veo lo que les pasa a muchos, se
ponen a pensar de más, ¿para qué pensar tanto? Se amargan, se
estresan, viven sin tiempo para nada.
(1)Hay gente que muere por su libertad
y la de los demás.
(2)A mí lo que me gusta realmente, es
no ver a nadie enfadado, ya cuando veo que alguien se puede enfadar,
tengo que hacer lo que haga falta para que no lo haga. A mí es que
todo eso me resulta muy desagradable, o al menos si se va a enfadar,
que no sea conmigo. Yo me pongo a mirar para otro lado y que ellos
arreglen su marrón.
(1)¿Qué hace cuando no quiere hacer
algo que le piden?
Jeje, me da que usted ya sabe la
respuesta perfectamente. Simple, digo que sí, y después en la tarea
no pongo esfuerzo alguno y le aseguro que no me lo vuelven a pedir.
Generalmente se quejarán a mis espaldas, pero me da igual, de
verdad. Lo que me importa, como ya le digo, es no tener que
enfrentarme a nadie. Esto es en lo que creo, aunque nunca se lo diría a nadie.
El entrevistado se despierta algo aturdido, sin siquiera ocurrírsele encender la lámpara en la mesa de noche y se pregunta de qué coño ha ido su sueño.