Hormigas.

Una vez soñé con una hormiga en un lavabo que crecía con el agua en vez de irse por la alcantarilla.
Una vez me quedé más de una hora mirando unas hormigas transportarse por un alambre en un camping cerca de Lampa en un día soleado.
Una vez me crucé con una hormiga bebé, en el baño de un amigo, deambulando solitaria y sin aparente sentido.
Una vez vi una película sobre hormigas gigantes asesinas, en un canal de televisión abierta, que me hicieron cogerles mucho asco.
Una vez me asusté al abrir una mochila donde guardábamos pan para comer por la noche, mientras acampábamos por la Boca en la comuna de Navidad, al encontrarme decenas de hormigas mucho más grandes que las que se encuentran en la capital.
Una vez alguien me dijo que se comió una hormiga y que era salada.
Una vez vi una famosa película de Buñuel donde una de las más poderosas imágenes era una mano que se descubría llena de hormigas.
Una vez me dediqué a destruir el camino que hacían unas hormigas en el patio de mi casa, esperando ver cuánto tardaban en reorganizarse.
Una vez, que derramé un poco de azúcar en la mesa del salón de mi casa, llegaron unas cuántas hormigas antes de que diera unos cuántos sorbos a mi taza de té.
Una vez una hormiga me picó un pie.
Una vez descubrí que una hormiga le tocaba la cabeza a otra con sus antenas para que la siguiera.
Una vez vi un puente de hormigas para que otras pudieran avanzar sobre un pequeño agujero que se hacía en un árbol.
Y otra vez se me ocurrió echarles agua donde tenían su hormiguero y ver que no les pasaba nada, se secaban y seguían vivas como si nada.
Una vez estuve hablando por teléfono con un chico que me gustaba hasta el amanecer, de lo último que hablamos antes de colgar fue de hormigas.
Una vez me contaron que la hormiga era el insecto más inteligente de la tierra.



¡Están por todos lados!